Cuaderno de Bitácora. Malta 2010. Cuarto día.
El póker descubierto es un juego de mesa en el que empiezas a jugar y no sabes cuando acaba la partida. Todo lo contrario que en un juego de cama que sabes que la partida dura lo que dura dura. El ¡All in!! se alargó hasta la madrugada, y eso se nota a la hora de despertar la tripulación.
A las doce y algo, partimos hacia St. Paul , una bahía a dos horitas. En el camino lo pasamos requetebién dando más saltos que un saltimbanqui en el “Día de la Anfetamina” . En cubierta nos quedamos al quite los grumetes más inexpertos y ,porque no decirlo, también los menos colaboradores. Menos mal que a la hora de llegar a puerto ya estábamos todos despiertos para hacer las maniobras de atraque. En las distancias cortas es cuando un marino y su barco se la juegan.
Hoy es el cuarto día y estoy de bajón, de “down” . El mar se mueve de más y el sol sale de menos. La idea de acercarnos a Sicilia y sus alrededores se aleja , se esfuma, se pospone a otra vez será…Mi mirada se queda anclada en el infinito y rememoro vivencias de otras travesías: baños en Formentera, atardeceres impresionantes por las Isla Griegas, y como no, el encuentro con mi amigo Rod en Bonifacio. Me digo:¡Tranqui jambo! , ahora estas aquí, saca lo bueno. Siempre positivo.
No quiero que el “blues” de mi estado de ánimo contagie al resto de la tripulación y opto por el silencio, esperar a que esta nube negra que me corta el rollo se esfume. Tengo mis medicinas y una de ellas es escuchar a Camarón, sus bulerías siempre me animan. Después oír el “Ya no me cantes cigarra…” me sumerjo en el disco póstumo de “er Migué”, el fallecido cantante de Los Delinqüentes. Mis compañeros sacan el jamón ibérico, me enchufo a la bota de vino y tarareo: “Soy de los verdes de Jerez…”
St, Paul , esta “matao”, parece que lo han fumigado , a ver si ha habido una epidemia, plaga, o algo del más allá y no nos hemos enterado . Baja a tierra una expedición de exploradores intrépidos. Vuelven, en el chinchorro, calados hasta los huesos y alucinados de la sensación de abandono del lugar.
Dicen en los toros que no hay quinto malo, el día de mañana habrá que recibirlo a “puerta gayola”.