Me entrego al mar, sin bañador, sin marcas, mar sin marketing. No tengo tatoos, tengo cicatrices, cornás que me ha dado la vida y en mi pierna izquierda, incrustado, el mango de un paraguas. Mi pecho a lo “quilla” surca las olas y haciéndome el muerto, picha arriba, me transformo en estrella flotante y me recuerdo que soy fugaz. Oigo el canto de una sirena, su silbido a lo pastor me pone berraco. Salgo de mis calvilaciones y, ojete avizor, la diviso: Sirenita d Chiringuito. Vuelvo a la gravedad y avanzo sonriente a su tinto de verano.
Todavía no sabe como me llamo, no name. Sus ojos infrarrojos se recrean en el tamaño del código y en el grosor de mi barra. Sin ánimo de ronear se puede decir que la información le camela . Reímos, bebemos y nos vamos alejados del mundo, donde no hay leyes no más nuestro deseo. Gracias Vanessa, mujer valiente, por tu espuma de sal y cococha. Siempre a tu vera a la verita tuya.